domingo, 27 de julio de 2008

PRÓLOGO EDITORIAL

VÍCTOR CATALÁN MALDONADO tiene oficio de escritor; pero ser escritor no es su único oficio, no ha sido el primero y, seguramente, no será tampoco el último. Aunque, tal vez en su fuero íntimo, le gustaría ya dejar ese otro oficio consuetudinario de ser nómade de muchos oficios para dejarse atrapar por el sedentarismo de la creación literaria, que, pienso yo, es su gran pasión, su único e irrenunciable amor, al único que ha sido capaz de permanecer fiel, tal vez porque allí es donde puede encontrarse con su Paillaco natal y, entrañablemente ligado a él, la dulzura de los recuerdos de su madre, iniciadora de su afecto y de su oficio en el arte de las letras; tal vez porque allí es donde se reencuentra siempre con la presencia silenciosa y cercana del padre, hombre relacionado con las líneas del ferrocarril , el mismo en el cual habría de recorrer su pequeño mundo circundante de infinitos horizontes. Es en Paillaco y en los lugares circundantes de la provincia de Valdivia donde se enraíza la semilla de su ser cosmopolita: escritor de siempre, estudiante normalista, profesor primario, esposo y padre, prisionero político, liberado-exhonerado-excluido, otra vez estudiante –ahora universitario–, médico, funcionario público, pintor, músico y, sobre todo, hombre en ese sentido ontológico que lo hace ser, en cada circunstancia en la que se encuentra, amigo, amante, confidente, guía y apoyo tutorial… De allí que su fuente de inspiración en su oficio de escritor haya sido, simplemente, su propia vida, recordada en episodios observados ahora desde una perspectiva ya madura, impregnada de los afectos y sentimientos nativos referenciados por la reflexión en busca de raíces y explicaciones posibilitadas por la experiencia del médico y expuestas con la llaneza y simplicidad tan propia de los casi ya desaparecidos profesores normalistas. No es el propósito de este prólogo el juzgamiento de la calidad del escritor Víctor Catalán ni el de su producción literaria. Ése es un juzgamiento que dejaremos en parte a quienes lean estos cuentos y, en parte, a quienes tienen el oficio de profesionales de las letras. Aún así, en buena medida ese juzgamiento ya ha sido iniciado, pues Catalán ha participado en numerosos certámenes nacionales e internacionales, con suficiente éxito como para merecer ya un lugar de (re)conocimiento como poeta contemporáneo. Horno de Barro (editores artesanales) le ha escogido para presentarlo, en esta selección de sus cuentos (Los colores de la oscuridad) en su veta narrativa, todavía inédita, con el propósito adicional de autopresentarse como editorial de la artesanía literaria local que busca de un punto de apoyo y referencia para darse a conocer públicamente. Esperamos ser, tanto para Victor Catalán como para muchos otros escritores aún desconocidos, ese punto de apoyo necesario para que otras editoriales de verdadero renombre y experiencia les acojan y les proyecten en el gran universo de la literatura nacional y global.

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